Leyendo hace poco una nota donde nuestra ministra de cultura Alejandra Fraustro envió una carta a las marcas de Zara, Anthopologie y Patowl, donde las acusa de apropiarse de patrones distintivos de nuestros pueblos originarios. Cabe mencionar, no es la primera vez que pasa alguna situación de está índole, en 2019 se envió otro comunicado a la marca Carolina Herrera externando la misma situación.
Lo primero que me pregunte fue ¿Realmente la culpa es de las marcas que quisieran tomar ventaja y lucrar con estos diseños? ¿Servirá una carta de parte de nuestras autoridades para que vuelva a pasar lo mismo? ¿Enojarnos resolver algo?
La respuesta lamentablemente a todas estas preguntas es NO. Independientemente este tema se puede volver muy complejo, sobre la palabra propiedad. Veámoslo de una manera de negocio y rentabilidad. Nuestras autoridades deberían realmente trabajar con nuestras comunidades dándoles una figura de Propiedad Intelectual a las técnicas y productos finales que salgan resultado de estás. Responsabilizar a alguien, crear una figura jurídica para que, si llegara a pasar nuevamente algo parecido, puedan actuar de manera legal, y no, con una simple carta exigiendo cuentas (Ojo: No soy abogado, ni experto en leyes, el tema puede ser muy complejo).
Si hubiera un registro de este tipo, las marcas lo pensarían dos veces para sacar sus diseños, pedirían permiso o en su caso podrían llegar a un acuerdo donde se beneficiarían ambas partes.
No basta solo con sacar una ley nacional solo para cumplir con el discurso, como hace poco se envió a las cámaras, esperando a que sea aprobada, donde se puede arrumbar. Creo hay soluciones más rápidas, donde se pueden beneficiar nuestras comunidades de los pueblos originarios que, solo quejarnos del plagio o robo que nos hacen.
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